En una esquina de Santa Rita, un barrio de Buenos Aires de construcciones bajas, una casa pintada de color terracota y rejas negras despliega en su fachada un billete de 100 dólares del tamaño de una sábana individual en la que la cara de Javier Milei reemplaza a la de George Washington. La invención pretende fundir un bien escaso en la Argentina con la nueva estrella del firmamento: el candidato ultra que ganó las elecciones primarias en agosto y le ha prometido a la sociedad el fin de la casta política y la dolarización de la economía, una gesta refundacional que también hace juego con uno de los padres fundadores de los Estados Unidos.
La dueña de la casa, Lilia Adela Bolukalo Lemoine (Buenos Aires, 43 años) lleva una década en una industria que combina el disfraz y el juego (costume y play en inglés) y se ha universalizado como cosplay. Lemoine ha estimulado al propio Milei a probar el hechizo de ser cosplayer por 60 minutos: lo vistió de Ancap, un héroe anarcocapitalista, para un programa de televisión.
Lemoine integra el círculo áulico del economista que pasó en 30 meses de solitarias e histriónicas intervenciones en los medios a contar con serias chances de conducir los destinos de Argentina a partir de diciembre. Responsable de maquillarlo, cortarle el pelo y fotografiarlo, ostenta los cargos de candidata a diputada nacional por la provincia de Buenos Aires, vicepresidenta del Partido Libertario (una de las fuerzas que integran La Libertad Avanza), asesora de imagen y el de aspirante a vocera presidencial. Lemoine genera, también, contenidos digitales y se considera una especialista en acciones en redes donde tiene cientos de miles de seguidores. “A mí me subestiman y me presentan como la maquilladora y la peluquera, pero soy una de las mejores cosplayers del mundo, trabajé en informática y estuve en la batalla cultural contra el feminismo y la cuarentena”, aclara. Como parte de la promesa de sepultar a la casta política, Milei ofrece una renovación de caras, estilos y lenguajes y Lemoine presta su condición de recién llegada a una posible nueva elite gobernante en la que los más viejos llevan dos años y medio de convivencia y los nuevos se suman masivamente a diario.
El lunes 4 de septiembre Lemoine fue noticia y su foto se estampó en la tapa de los periódicos de papel al denunciar un intento de asesinato cuando procuraba entrar a un acto en la Legislatura porteña en homenaje a “las víctimas del terrorismo”, organizado por Victoria Villarruel, candidata a vicepresidenta de Milei. “‘NADA, PERO NADA justifica que te rocíen con nafta…. NADA”, tuiteó después de recibir un chorro de combustible de parte de dos manifestantes que protestaban contra del acto por considerarlo una reivindicación del terrorismo de Estado. Minutos más tarde, Lemoine, subió un video a su cuenta de Instagram camino a la Policía. “Dos personas me tiraron un baldazo de nafta”, contó. “Había dicho en una entrevista en la puerta del evento que no hay nada más inmundo que el robo de bebés, pero eso no quita que del otro lado hubo también víctimas y es por esas víctimas por las que nuestro espacio pide”. El responsable de la redes de La Libertad Avanza, Fernando Cerimedo, reforzó la hipótesis del crimen político: “¿Entienden que estuvieron a un fósforo (o cigarrillo prendido) de que quemen viva a la candidata a diputada nacional @lilialemoine?” Al caer la noche, Lemoine dio un parte desde un centro médico: “Tengo un principio de keratitis. Ahora a la comisaría. Me van a hisopar el cuerpo. Me cambié la ropa pero sigo bañada en nafta”. Los agresores fueron detenidos esa misma tarde, Lemoine inició un tratamiento con gotas de cinco días para tratar la keratitis y su abogada pide que la causa sea caratulada como tentativa de homicidio y no contravención.
Pregunta: ¿Por qué dice que la quisieron matar?
Respuesta: Me quisieron matar a mí y pudieron matar a más personas. No me sorprende, porque la izquierda es violenta. Los que lo hicieron son delincuentes y se están poniendo más violentos porque saben que con nosotros se va a cumplir la ley. Con Milei vinimos a cambiar este país y lo saben. No me perdonan ser parte de este cambio y eso me hace muy feliz.
En las siete horas de conversación grabada con EL PAÍS, divididos en tres encuentros presenciales, Lemoine contó la historia de una vida de clase media, cierta épica de la supervivencia, el salto de una tenue sensibilidad progresista al paleo libertarianismo y antifeminismo y el encuentro con la persona que cambió el curso de su biografía.
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En la puerta de la heladera de la casa de Lemoine en Villa Rita hay varios versiones en blanco y negro del billete de 100 dólares de Milei. Sobrevive aún un frasco de dióxido de cloro que consumió para prevenirse del contagio de la covid-19. Posters de los cosplayers que encarnó cubren las imperfecciones o humedades de las paredes y en una de las mesas luce blanca y sólida la máquina Singer con la que prepara sus trajes.
Lemoine dice que vive con las urgencia de los argentinos. En la primera entrevista, el segundo sábado de agosto, tenía menos de 50 dólares en su cuenta corriente y verificó en su celular el rendimiento de una de sus bitcoins: casi 500 dólares en pesos argentinos. Tiene un ingreso fijo como asesora en la Legislatura Porteña.
Hija de una peluquera simpatizante del progresista Partido Intransigente y de un padre comisario de la policía y afín al peronismo de libre mercado, se crió en José León Suárez, provincia de Buenos Aires. “Mi padre tenía preferencias que no podía admitir frente a la policía y su familia rusa: le gustaban los hombres. Campeón de atletismo, campeón de judo, tenía mi mandíbula, la mandíbula que todos quieren, brazos fuertes, alto. Lo vi perseguir a delincuentes, agarrarlos y traerlos. O sea, mi papá era Superman para mí”.
Cuando se mudó de José León Suárez a la casa de Santa Rita, su madre, ya separada, montó una empresa de reparaciones de hogar hasta que fundió en la segunda mitad de la década del noventa. Emigraron a Aguas Verdes, en la costa Atlántica, donde hizo el primer año de ingeniería de Sistemas en la ciudad de Mar de Ajó. Ya había descubierto lo que creía que era una vocación y una manera de entretenerse: la informática y los juegos. Trabajó en Fibertel, en Hewlett-Packard y en IBM. Prefería la parte técnica, pero las empresas la asignaban en puestos de atención al cliente. Ocasionalmente modelo y maquilladora, cuando empezó a cansarse de las empresas de informática hizo un curso de efectos especiales.
Descubrió el mundo cosplay a los 29 años. Su primera incursión fue un cosplay grupal de un animé japonés en el que se difrazó de varón y encontró su nombre artístico -Lady Lemon- en una sesión de fotos con fondo amarillo y en el recuerdo de sus años de atención al cliente: le decían “señorita limones” en reemplazo de Lemoine. A los 33 se profesionalizó como cosplayer y empezó a viajar a eventos, a conducirlos, a dar cursos y a través de su cuenta en Patreon consiguió padrinazgos que le daban, cuenta, más de mil dólares por mes.
La política era un tema de otros hasta que el presidente argentino Alberto Fernández decretó la primera cuarentena en el comienzo de la pandemia. Ese marzo de 2020 se le declaró un cáncer terminal a su madre, que moriría cinco meses después en su casa. La filtración de la foto del festejo de cumpleaños de Fabiola Yañez, la pareja de Fernández, en la quinta presidencial de Olivos, cuando estaban prohibidos los encuentros sociales, hizo que Lemoine descargara una furia de 16 minutos en su canal de Youtube.
“No pude velar a mi vieja y vos festejabas el cumpleaños de tu gato, hijo de puta. Esto es traición a la patria. Como casta, tienen todos los beneficios y nosotros, nada”, dijo Lemoine en una versión sobria y de luto con la heladera de fondo. Tuvo 18.000 vistas. “El 17 de abril [de 2021] todos a Plaza de Mayo, sin presión social no va a pasar nada”, pidió. Desde entonces participó en cada marcha en contra de la cuarentena y cobró alguna notoriedad por tirarle huevos a un canal de televisión afín al Gobierno nacional.
Contemporáneo a ese episodio, que ancló su odio contra la casta, conoció a Milei por sus videos en redes. Al poco tiempo empezó a sacarle fotos en el rodaje de Pandenomics, la película inspirada en un libro del economista.
“Un amigo mío lo maquilló y le hizo contouring [una técnica para disimular defectos] y la próxima vez que fue a la televisión me dijo: ‘Che, Li, ¿te animás a maquillarme un poquito?’. Las maquilladoras le ponen polvo y él es alérgico. Fuimos encontrando un look. Lo he maquillado en el auto, en estacionamientos, en la oscuridad, sin ver. Ya casi no necesita el contouring. En cualquier momento yo dejo de ser indispensable, lo cual me preocupa”, dice.
P. ¿Y cómo fue el proceso de convertir su pelo en parte de la simbología de La Libertad Avanza?
R. Su peluquero lo maltrataba siempre y le daba turnos cuando se le cantaba. Mi mamá, peluquera, me decía “los hombres son extremadamente fieles a su peluquera o peluquero”. Antes de grabar un spot de campaña que era muy importante lo rapó: fue como si a Sansón le hubiesen cortado el pelo. Javier se puso de recontra mal humor y la próxima vez me dijo ‘Lilia, ¿me cortás vos el pelo?’ y yo dije ‘listo, le serruché el piso al peluquero’. Descubrí que se tapaba la cara con el pelo y le propuse que se dejara las patillas como Wolverine, el superhéroe de Marvel. Yo me hago cortes asimétricos porque tengo asimetrías faciales, que con las asimetrías de corte se disimulan. Lo mismo con Javier. Yo dije “‘quiero estar al lado de Javier, ¿cómo puedo hacer?’ Y si soy su peluquera no me va a dejar [se ríe]. Fui estratégica.
P. ¿Y cómo llegaron al logo del león a partir de ese corte?
R. Después del discurso que dio en Plaza Holanda, en el que dijo ‘vengo a despertar leones y no a guiar corderos’, hicieron, primero, un logo de una paloma. Entonces le pedí un logo a Martín, mi amigo, que tiene su local en la parte de abajo de mi casa. Al día siguiente, Martín trajo tres logos con leones amarillos y negros. Lo que hizo fue agarrar el pelo de Javier de una foto, lo dio vuelta y dibujó un león con rasgos femeninos. El león surgió de acá (quiebra en llanto) de esta casa en la que estamos. Son mis pequeños aportes. Yo soy como un best boy, que en cine es el que resuelve.
En los últimos años Lemoine se aventuró, como autodidacta, en el estudio de la Economía -dice que apenas entendía qué era la inflación- y leyó a liberales y libertarios y abrazó las bases del Partido Libertario del que ahora es vicepresidenta. “Yo soy paleo libertaria. ¿Y eso qué quiere decir? Que cada uno haga de su vida lo que quiera. De hecho yo no soy una persona convencional. Todavía no tengo hijos, quiero, pero todavía no tengo y congelé óvulos. Creo que la familia es el núcleo sobre el cual funciona la sociedad”. Había dejado definitivamente sus años en los que se veía en el espejo de la Lisa Simpson más idealista y progresista. Después de una primera campaña en 2021 como candidata del partido de José Luis Espert -por entonces aliado de Milei- empezó a interesarse, también, por las ingenierías electorales. “Yo soy la creadora de la idea del voto bombacha [ropa interior femenina] que es clave en la Argentina”, dice mientras sirve té verde y convida monedas de chocolate.
P. El voto a Milei es transversal en términos de clase, región del país y edad, pero tuvo mucho más votos de hombres que de mujeres. ¿El voto bombacha…?
R. [Se adelanta] Ya me había dado cuenta que había mujeres que votaban a Axel Kicillof [gobernador kirchnerista de la provincia de Buenos Aires] porque les gustaban sus ojitos celestes. Yo lo miraba a Javier y decía, incluso cuando estaba gordo, se peinaba mal y usaba trajes gigantes, che, ¿por qué le hacen estos primeros planos? Si es un lindo tipo, si tiene facha. Le sacaba capturas donde se veía bien, le decía ‘abrite el botón de la camisa’. Lo que yo quiero es que las demás mujeres vean lo que yo vi. Si vos lo ves en shorcito [pantalons cortos] en la pileta, tiene los abdominales marcados y tubos y ojitos celestes, los más celestes que vas a encontrar, los más transparentes que hay. Y como él es rubio no se le ven las cejas, entonces yo se las pinto. Hay un dicho que dice: ¿Quieres hacer a un hombre súper sexy y famoso? Agarrá a un rubio y teñilo de morocho. Javier, en estos momentos, debe ser uno de los hombres más deseados de la Argentina. Porque es candidato a presidente y ganador.
P. ¿De los más deseados de Argentina?
R. La personalidad de Javier espanta un poco. A mí no, porque yo soy un poco así. En una radio, un conductor dijo que en el equipo de Milei parecen todas mujeres enamoradas de Javier y uno de los panelistas me preguntó si me casaría con él y contesté que sí. Javier nos trata a todas intelectualmente como iguales, nos abre la puerta, nos trata como damas, es súper respetuoso y mira a los ojos.
El 13 de agosto Lemoine quiso votar con su pasaporte. La autoridad de mesa le indicó que sólo podía con el documento nacionalidad de identidad. Les explicó que su documento estaba demorado por la burocracia estatal, pero no pudo votar. Esa noche, grande e inesperada para los libertarios, le dijo a Milei una frase que la emociona al recordarla.
“Gracias por habernos cumplido este sueño y porque empezás una revolución para liberar a todo el continente. Me contestó ‘Gracias, Li’”.
P. ¿Usted sostiene que hubo fraude?
R. Claro que hubo fraude. ¿Querés decir 30%? Decí 30. Pero nosotros sabemos que fue 35%. Hubo fraude en todo el país. Yo cuando empezó la votación pedí en mis redes sociales que me mandaran reportes lo más exactos posibles sobre las mesas donde faltaban las boletas, donde rompían las boletas, donde no había boletas. Y eso hubo mucho
P. ¿Y discutieron si denunciar el fraude o no denunciarlo?
R. No tuvimos tiempo y, la verdad, creo que ya a esta altura no. Pero nos vamos a armar mejor para las generales de octubre. Llevo días sin dormir ideando algo que será único.
P. ¿Qué es eso?
R. Estoy trabajando en fortalecer la automatización de la fiscalización. Como vengo del área de sistemas -soy una de las pocas del espacio que viene de ese área- trabajo en un sistema de juegos online que nos va a permitir no sólo mantenernos en contacto con los fiscales. Se llama gamificación. Es una experiencia al usuario, en el que vos te registrás en un sitio donde recibís misiones, las cumplís, recibís puntos y en base a esos puntos después, bueno, por ahí te puedo dar un pin, te puedo hacer pasar al búnker, si fiscalizás obviamente sumás muchos puntos.
La última semana de agosto el canal La Nación+ divulgó un mensaje privado de voz de Lemoine sin su consentimiento en la que intercambiaba pareceres con su interlocutor sobre cómo instalar la noticia de un trío amoroso entre Milei, la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, y un tercero.
“Estaba explicando cómo instalar una postverdad. ¿Quién va a creer que ese trío es posible?”, pregunta.
P. En los audios no parece un ejercicio, sino que están discutiendo cómo instalarlo.
R. Es que no tenés el contexto. El trío de Milei y Cristina es totalmente inverosímil. Y justamente, al parecer, eran lo suficientemente estúpidos para levantarlo. Es un experimento social, en todo caso, porque yo soy muy troll y vengo de la batalla cultural. Estoy apuntando que los medios se han vuelto tan operadores y tan disparatados y tan poco creíbles que son capaces de usar y recortar cosas. Ellos creen que la gente no va a recurrir a la fuente. Ojo, yo tengo experiencia de censura durante los años en la batalla cultural.
P. ¿Censura de parte de quién?
R. De Black Lives Matter. Yo hice un cosplay de una mujer negra y como soy artista de efectos especiales dije ´me voy a cambiar la raza´. Y se ofendieron. Entonces me acusaron de nazi, de racista, de supremacista blanca. Lloré un día entero. Yo estaba haciendo batalla cultural contra el feminismo, digamos, de izquierda, el hembrismo, el ’muerte al macho´, la búsqueda de privilegios en vez de la búsqueda de derechos. Las mujeres ya hemos adquirido todos los derechos frente a la ley. Cuando las sufragistas consiguieron el voto la mujer contribuía a la sociedad con los hijos y el hombre iba a defender la frontera con la guerra. Ahora, las mujeres no tienen hijos, no van a la guerra y tampoco quieren pagar impuestos y pretenden que se las mantenga desde el Estado. Y encima nos quieren decir que los hombres son todos unos violadores, unos basura, unos inmundos. Y yo sé que existen los violadores, porque yo fui víctima, pero también existen las mujeres que abusan de los niños. ¿Sabías que yo fui víctima?
P. No.
R. Cuando tenía 26 años fui víctima del abuso de un desconocido, no sé por qué a mí me siguen los locos. El tipo estaba drogado. Yo salía de bañarme por dos horas, me había teñido el pelo y había tomado dos gramos de clonazepam porque estaba en tratamiento por una separación. Me saltó encima, me agarró desprevenida. Me golpeó y me dejó medio mareada. Era un stalker que conocía todos mis movimientos. Decía que estaba enamorado de mí y que era la única manera, porque si no yo nunca le iba a dar bola. Mi cálculo fue: ¿qué va a ser peor, que me viole o que yo tenga que verme todos los días por el resto de mi vida con una cicatriz en la cara, que me haga recordar este momento y que capaz hasta también me viole? Lo primero que hice fue meterme en la ducha por el asco. Junté las sábanas, junté todo, porque el simpático dijo “acabé afuera para no dejarte embarazada”. Llamé a mi papá, que hacía seis años no lo veía por indicación de mi psicólogo.
P. ¿Y encontraron al violador?
R. Ahora lo puedo decir porque mi papá falleció: sí. El tipo volvió a aparecer en la ventana de mi casa y luego vinieron dos policías a casa, me dijeron que era extraoficial, y me mostraron una foto de un tipo que estaba todo desfigurado por los golpes. Y yo digo “puede ser o puede no ser, está demasiado desfigurado”. Vieron mi duda, pero la duda es una confirmación en esos casos. No volvió a aparecer nunca más.
P. Pero entonces, si no entiendo mal…
R. Lo hicieron boleta.
En Bull Market, la oficina del broker financiero y candidato a jefe de Gobierno de Buenos Aires Ramiro Marra, hombres en remera se pasean en patines eléctricos, el expendio de café es gratis y los cerebros de redes de Milei están reunidos en una habitación para pensar contenidos con el anuncio del primer viernes de septiembre: la designación del ex comisario Eduardo Martino como compañero de fórmula de Marra. “Javier va a ser presidente, ahora estoy ayudando para que Ramiro gane la ciudad”, cuenta Lemoine exultante con el anuncio de Martino. Un ojo le titila por el efecto de una bebida energizante con sabor a ananá, el exceso de café y la campaña agotadora. Viste jeans gastados, un buzo con los colores de la bandera argentina, una remera en la que asoma un sol y zapatos chatos dorados. La vestimenta, afirma, define a las personas. Suelta al pasar que ya no es asesora de imagen de Milei: “Creo que ya no tengo que hacer más nada”.
P. ¿En las últimas semanas ya no lo maquilló?
R. Anoche lo maquillé, pero Javier está divertido con otra cosa ahora.
P. ¿A saber…?
R. Todos sabemos. Y bueno, dejémoslo disfrutar un poco [en referencia a que se hizo pública su relación amorosa con la actriz Fátima López]. ¿Y sabés qué? Yo no quiero ser diputada. Voy a ser diputada porque el país me necesita, porque Javier me necesita. No me gusta la política. Por eso llegan hijos de puta a la política. Porque a la gente buena la política la saca, se quiere ir corriendo después de ver lo que es.
P. Dijo que quiere ser vocera del presidente.
R. Sí, le comenté y Javier me dijo ‘bueno, cuando llegue el momento lo vemos’. Yo tengo un perfil combativo que me queda de la época en la que hacía batalla cultural y nadie salía.
P. ¿Cuál va a ser su agenda prioritaria como diputada?
R. Derogar regulaciones. La idea es, más que presentar leyes para justificar que voy a trabajar, primero buscar cuáles son las leyes que están perjudicando al pueblo y pedir que se deroguen. Limpiar.
P. ¿Y cuáles son las leyes que más urgente se tienen que derogar?
R. La de Alquileres. Y otra ley que se tiene que modificar es la Interrupción Legal del Embarazo.
P. ¿Qué ideas va a llevar al Congreso?
R. Las mismas que Milei. Nosotros vamos a votar siempre en contra de la suba de impuestos, de las regulaciones innecesarias y del gasto público.
Para su jura, prevista para el día en que la democracia argentina cumplirá 40 años, Lemoine considera ir vestida de Supergirl, uno de sus cosplay preferidos. “Ya que me miran raro, que me miren raro con ganas”, dice.
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