Diez horas antes de que los españoles se comieran las uvas de fin de año, Novak Djokovic hacía la cuenta atrás sobre la pista y después dejaba boquiabiertos a sus compañeros en la United Cup al felicitar el 2024 en mandarín, con toda naturalidad. Seis segundos de mensaje, asombrosa demostración en Perth. “¡Increíble!”, exclamaba Olga Danilovic, mientras a ella y al capitán serbio, Viktor Troiki, se les escapaba la risa floja ante la enésima muestra de la extraordinaria facilidad de Nole para expresarse en diversos idiomas. “No sé qué tiene Australia que me hace jugar tan bien”, comentaba el campeón serbio, metido ya en harina y afilando las garras de cara a este inicio de temporada que Rafael Nadal abrió oficialmente poco antes. Casi 350 días después de su último partido, el tenista español reapareció en un intrascendente ensayo en el torneo de Brisbane, disfrutando de los primeros pasos de su regreso pese a caer junto a Marc López en el dobles ante los locales Max Purcell y Jordan Thompson: doble 6-4, en 1h 13m.
“Es bueno ver a Rafa de vuelta, aunque no será tan divertido en Roland Garros…”, bromeaba el primero de ellos, advirtiendo de lo que puede suceder durante la primavera en París. De aquí a entonces, un mundo; nadie (ni él mismo) sabe que sucederá con Nadal, quien a sus 37 años y a falta de certezas propias confía en el trabajo a destajo (sin novedad) y analiza en paralelo lo que puede encontrarse por delante en los próximos meses. En síntesis, el mallorquín abre la puerta y ve la casa más o menos como la dejó hace un año, cuando se rompió por última vez: Nole manda, Carlos Alcaraz ilusiona y el resto, básicamente, hace lo que puede. Todo sigue igual. Pero ojo: todo es distinto. Djokovic es el Djokovic de siempre, pero su determinación por consagrarse como el mejor tenista de todos los tiempos (hombre o mujer) ha crecido y la edad, dice, no supone rémora alguna para él, que a sus 36 años sigue perfeccionando la máquina de acaparar trofeos.
Mirada al frente, barbilla alta y pecho hinchado, el balcánico anticipa: “Siempre he creído mucho en mí mismo, soy un jugador muy completo y sé que si juego a mi nivel, puede vencer a cualquiera y en cualquier lado. Todo el mundo sabe que mi motivación es seguir batiendo récord y haciendo historia en este deporte. Los Grand Slams y la Copa Davis son muy importantes, aunque conseguir el oro olímpico para mí país sería algo único y muy especial. Mi actitud no va a cambiar esta temporada. Tengo que organizar bien mi calendario para cuidar bien mi cuerpo”.
No engaña Djokovic, en lo más alto del ranking y empeñado en poner todavía más tierra de por medio con respecto a Nadal, dos grandes por debajo el español (24-22); tampoco escapa a su apetito la australiana Margaret Court, con la que iguala en la cima histórica de majors (24-24) desde el triunfo de septiembre en Nueva York. Él gobierna, pero todavía más afianzado. Si hace un año se debatía sobre un posible punto de giro en el relato, el serbio –tres de los cuatro Grand Slams al bolsillo en el ya consumido 2023– se ha encargado de reforzar su hegemonía. El 22 de mayo cumplirá 37 años, pero su tenis ha alcanzado una plenitud impensable. Nole es aún más Nole, de la misma manera que Carlos Alcaraz es un tenista más completo que en enero del curso pasado. Entonces, el murciano no pudo competir en Australia por un percance físico de última hora y asoma ahora como una oposición más firme, en pleno proceso de aprendizaje pero habiendo adquirido una buena dosis de experiencia para tratar de redoblar su amenaza sobre el de Belgrado.
Las cargas de los partidos
“Mi objetivo es ganarle, esa es la meta”, apunta el de El Palmar, dejando atrás al chico que insinuaba y deslumbraba, y consolidándose en la pugna con tan solo 20 años. Ya le arrebató a Djokovic el último Wimbledon y busca otro golpe de tuerca para fijar por fin el relevo generacional. “Con él, el tenis está en buenas manos”, le piropea el número uno. Ambos imprimen un ritmo infernal al peloteo, con un tenis tan técnico como físico; al ingenio se añaden elasticidad y piernas, y pulmones para no decaer en la distancia larga. De esto último adolece Jannik Sinner (22), que intenta saltar de un vagón a otro con fundados argumentos. Verde desde el punto de vista físico, el esprint final del italiano entre octubre y noviembre destapó a un competidor más hecho, más resistente y sin temores, capaz de imponerse a uno y otro en refriegas de máxima intensidad desde todos los ángulos, también el mental. El acelerón invita a pensar en él como aspirante a corto plazo a la conquista de los grandes escenarios.
Pese a que el objetivo inicial de Nadal sea recuperar espacio y ver por dónde sale el sol una vez que haya reincorporado la competitividad pretendida, no son pocos los que se cuestionan si su carrocería resistirá al vértigo y la exigencia de los hipotéticos duelos con los más fuertes del momento, o si le alcanzará para aguantar el tú a tú en compromisos de elevado desgaste como los que pueden plantearle Daniil Medvedev, o bien jóvenes que le imprimen una poderosa carga a la bola como Holger Rune o Ben Shelton. “Está para darlo todo, para ir a tope, para ir al cien por cien. Evidentemente sabe que ahora mismo todavía no está a su mejor nivel, pero que poco a poco lo va a ir adquiriendo”, decía recientemente en una entrevista con la ATP su preparador principal, Carlos Moyà. “Mi mayor temor es claramente la asimilación de las cargas de los partidos. Esa es la duda que tengo, sobre todo para un Grand Slam”, prolongaba el técnico.
La incógnita del entrenador es la de todos. Un poco de Nadal seguramente le baste para desbordar a la gran mayoría, varios cuerpos por detrás de la zona más noble; ahora bien, ¿podrá imponerse bajo estas circunstancias a la punta de lanza del actual orden? La tendencia moderna –y la aplicación del cronómetro entre punto y punto desde 2018– dicta que los partidos se disputen más rápido y con golpes cada vez más potentes, reduciendo las opciones de ser conservador. El vigor de los jóvenes va ganando protagonismo y, en paralelo, se desconoce cómo reaccionará el cuerpo del balear a los sobreesfuerzos. En 2022, sin ir más lejos, pagó un elevado peaje para responder a las propuestas frenéticas de Alcaraz (Indian Wells) y Taylor Fritz (Wimbledon), y en el siguiente ejercicio tuvo que frenar muy temprano ante Mackenzie McDonald tras el duro pulso con el inglés Jack Draper en Melbourne.
Es, por tanto, Nadal y el más difícil todavía. Nunca antes había estado parado tanto tiempo; arrastra una operación; cumplirá 38 años el 3 de junio; y Djokovic presume de lozanía, Alcaraz va a por todas y Sinner aspira a sumarse al baile de los dos líderes. Eso sí, si alguien puede es él.
THIEM, PRIMERA PRUEBA INDIVIDUAL
A. C.
No hace demasiado, Dominic Thiem era considerado el teórico sucesor de Nadal sobre tierra batida. Sin embargo, el tenista que estará este martes al otro lado de la red (no antes de las 9.30, Movistar+) tiene poco que ver con aquel que retó al español dos veces (2018 y 2019) en la final de Roland Garros.
Hoy día, el austriaco es un profesional hecho añicos que pelea por no desengancharse del top-100. Una grave lesión de muñeca derecha que se produjo en junio de 2021 no solo le apartó del primer plano, sino que ha torpedeado por completo una carrera brillante. Hasta entonces, Thiem había conquistado 17 títulos en el circuito de la ATP, entre ellos el US Open de 2020, y sus demoledores tiros con la derecha y el revés le habían guiado hasta el tercer escalón de la lista mundial.
Venció seis veces a Nadal —inferior en tres de los cuatro últimos pulsos entre ambos—, cinco a Djokovic y otras cinco al legendario Federer, pero el problema de la articulación le obligó a frenar durante un largo periodo y hoy día no suele superar el corte de las primeras rondas de los torneos.
En todo caso, Thiem no desiste y a sus 30 años persiste en su cruda pelea. Instalado en el puesto 98º, llegó a ser el 346º y se reencontrará hoy con Nadal después de haber remontado dos partidos —y de haber salvado tres bolas de partido— en la fase previa de Brisbane frente a James Mccabe (272º) y Giulio Zeppieri (135º). Muy estimado por el círculo del español, la semana pasada se ejercitó con él.
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