Una operación de la Policía Nacional contra el fraude en los apuestas deportivas ha destapado el novedoso método utilizado por una trama asentada en España para estafar a las casas de juego con apuestas en, al menos, cinco partidos de la última Copa Mundial de Fútbol, disputada en Qatar, y otros cinco de LaLiga de la pasada temporada. Los presuntos implicados aprovechaban los 10 segundos de retardo con el que llegan las imágenes de televisión de los encuentros a las pantallas de los operadores de juego para hacer decenas de apuestas ganadoras on line gracias a que un integrante del grupo enviado al estadio —una figura novedosa que en la jerga policial se ha bautizado como “locutor”— les informaba por teléfono en tiempo real de lo que ocurría en el campo. La investigación señala a Bogdan Vorovenci, un ciudadano rumano sin antecedentes que reside en la localidad de Cabanillas del Campo (Guadalajara, 10.000 habitantes), como presunto cabecilla de organización.
Las pesquisas del Centro Nacional Policial para la Integridad en el Deporte y las Apuestas (Cenpida, especializado en la lucha contra los amaños) han constatado hasta ahora que la trama utilizó este sistema en los partidos del último Mundial que disputaron Camerún-Suiza y Portugal-Ghana el 24 de noviembre; Camerún-Brasil el 2 de diciembre; y Polonia-Francia e Inglaterra-Senegal del día siguiente. Para ello, la trama envió al país del golfo Pérsico a una persona aún no identificada que respondía al nombre de Javier y que, desde la grada, informaba por teléfono a la trama de las incidencias para que sus integrantes pudieran apostar mientras se disputaba el partido —una modalidad conocida como “en directo” o con el término inglés “live” en la que las cuotas que se pagan cambian de valor con gran celeridad— a qué equipo iba a marcar el siguiente gol, lanzar un córner o recibir una tarjeta.
Con esa información, Vorovenci y otros implicados ganaron importantes cantidades de dinero, destacan fuentes policiales. Así, en un partido de clasificación para la cita mundialista, el que disputaron Australia y Perú el 13 de junio de aquel año y que ganó el equipo oceánico en los penaltis, el presunto cabecilla se embolsó 13.520 euros. La Policía también ha hallado indicios de estafas por este sistema en cinco partidos de LaLiga de la pasada temporada. En concreto, el Betis-Almería y el Villarreal-Osasuna, jugados el 16 y el 17 de octubre; el Sevilla-Valencia, del 18 del mismo mes; el Celta-Getafe, del 24 de octubre; y el Sevilla-Real Sociedad, del 9 de noviembre. También lo utilizó para apostar en dos partidos de la Copa del Rey (los disputados por La Nucia, un equipo alicantino que milita en la Segunda RFEF, contra la UD Las Palmas y el Valencia en diciembre y enero) y uno de la Bundesliga (el Union Berlin-Wolfsburg de 18 septiembre del año pasado). En los partidos disputados en las competiciones españolas, los agentes han identificado a los cinco locutores, a los que supuestamente el cabecilla pagó 250 euros por cada encuentro.
La bautizada como Operación Mursal que ha permitido destapar esta trama se inició en 2020, tras detectar el Cenpida sospechosas apuestas on line en competiciones internacionales de tenis de mesa, una modalidad deportiva que siguió disputándose durante la pandemia. Las pesquisas, que dirige la jueza de la Audiencia Nacional María Tardón, pusieron en primer lugar el foco en Yavor Ivanov Andreev, un exjugador búlgaro de este deporte que residía en España. A través de él, los investigadores llegaron a Vorovenci, con el que presuntamente tenía tratos e intercambiaban información para apostar en competiciones amañadas de diversos deportes en todo el mundo. La investigación reveló que, además de la compra de jugadores ―hay seis futbolistas de equipos de la Liga 3 de Rumania imputados en este país por estos hechos―, la trama aprovechaba lo que en lenguaje técnico se conoce como “delays” (retrasos) de las retransmisiones deportivas para hacer apuestas fraudulentas.
Para ello, el presunto cabecilla se valía de dos métodos. Para uno, más sofisticado, utilizaba dos antenas parabólicas de 2,40 metros de diámetro ―más del doble del habitual― instaladas en su domicilio con las que conectarse a satélites e interceptar las imágenes enviadas por las cámaras en los estadios antes de que estas llegasen a los estudios de producción televisiva y fueran emitidas. Los códigos con los que burlaba la codificación de la señal los conseguía a través de un chat de hackers en Telegram. De este modo, lograba recibir con unos segundos de antelación la señal de televisión en su propio ordenador y tanto él como otros miembros de la trama realizaban apuestas en “directo o live”. Las pesquisas han encontrado indicios de que lo hicieron en encuentros de fútbol de ligas asiáticas, como la que se disputa en China, y Sudamérica, así como en partidos de tenis de la ATP.
El segundo método, más sencillo, era el envío de locutores a los estadios. En una de las conversaciones intervenidas, el presunto cabecilla apremiaba a la persona que había enviado al Mundial de Qatar para que, durante el encuentro Portugal-Ghana, le detallara el segundo exacto que se estaba disputando para saber el retardo y, con ello, el tiempo con el que contaba para apostar. Fuentes cercanas a la investigación detallan que Vorovenci suplantó cientos de identidades para abrir cuentas en diferentes casas de apuestas y poder apostar cantidades que no despertaran sospechas. En el momento de su detención, tenía en su domicilio cerca de 60 teléfonos móviles a través de los que presuntamente hacía estas apuestas.
En una primera fase de la Operación Marsual, desarrollada en mayo, la Policía detuvo a 22 presuntos integrantes de la organización criminal, entre ellos Vorovenci y Juan Gayá Salom, uno de los principales pronosticadores de apuestas deportivas (tipster) de Europa con miles de seguidos en redes sociales. También fue arrestada entonces Marta C., trabajadora de una de las casas de apuestas estafadas a la que los investigadores adjudican el papel clave de validar las apuestas de la trama que levantaban sospechas. Además, se la acusa de utilizar la información que le facilitaban para hacer sus propias apuestas irregulares. El último en ser detenido fue el exjugador búlgaro de tenis de mesa, que fue arrestado en Dubái y, posteriormente, entregado a la justicia española.
La investigación aún no ha permitido determinar cuanto dinero consiguieron embolsarse los principales implicados, aunque las primeras estimaciones policiales apuntan a millones repartidos en cuentas de bancos de todo el mundo y billeteras de criptomonedas. Un detalle apunta en este sentido: Vorovenci había apostado en algo más de un año 11,4 millones de euros. Su pareja, 6,4 millones. En las conversaciones intervenidas, el presunto cabecilla se quejaba además de que las casas de apuestas les tenían bloqueados otros 1,5 millones por sospechas en sus apuestas. Los principales integrantes de la trama están acusados de los delitos de pertenencia a organización criminal, corrupción entre particulares en el ámbito deportivo, estafa a los operadores de juego, falsedad documental, falsificación de moneda y blanqueo de capitales.
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