sábado, noviembre 9

Con el guitarrista Julian Lage, el jazz despega

Su nuevo disco se llama Háblame, un título perfecto para un músico que felizmente deja hablar a los demás en este mundo demasiado hablador y sólo se expresa con tacto. Sideman del vibrafonista Gary Burton y, más recientemente, del saxofonista y flautista Charles Lloyd, miembro del New Masada Quartet revivido por John Zorn, el guitarrista estadounidense Julian Lage ha desarrollado una exitosa carrera como líder desde 2009 que le llevó a fichar en 2021 con Nota azul. Según el lema de la prestigiosa casa, “lo mejor del jazz desde 1939”.

Un término que, para Lage, abarca lo grande. Háblame hace escuchar las múltiples facetas de su arte, ya sea acústica o eléctrica, solo o dentro del trío que formó con el contrabajista Jorge Roeder y el baterista Dave King, reforzados por un preparado piano, un clarinete o un saxofón. Y una amplia variedad de géneros, blues (Mezcla del norte), folk californiano (Omisión), romance (Serenata) o deseos latinos (Háblame). La guitarra puede ser española cuando se cierne la sombra de Andrés Segovia (Yo a tu alrededor), o gitano cuando es el de Django (dos y uno).

Un festival de posibilidades que nunca se convierte en demostración porque Julian Lage pone todo su virtuosismo al servicio de la melodía (lo sublime Himno Y Tiburón) y sensibilidad lírica. Con exclusivamente originales, el instrumentista se afirma como un compositor destacado en un registro que podría describirse como “canciones sin letra”, según la expresión elegida por Felix Mendelssohn con sus piezas para piano de los años 1830-1840.

Improvisador de discursos.

“Estoy sin palabras porque tengo notas, ritmos y alturas, observa Julián Lage. Pero me gustan las estructuras para contar historias. Pensar en términos de narrativa y desde una arquitectura que evoluciona. Mi padre guitarrista me dijo que lo ideal es que no sientas lo mismo al principio y al final de una canción. Las canciones pueden ser excelentes vehículos de expresión, pero también pueden ser extremadamente limitantes, especialmente cuando se repiten las letras. »

El músico, que supo improvisar practicando discursos del escritor James Baldwin (1924-1987), “fascinado por el tempo de la frase, su swing y su flow”aún debe usar el léxico para nombrar sus instrumentales: “Tengo una lista larga de títulos, miles. Cada vez que escucho una frase o palabra que me gusta, la anoto y puedo usarla cuando la música ya está grabada. El objetivo no es repetir el contenido sino dejar la ambigüedad para que el oyente pueda proyectarse. »

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