sábado, octubre 12

Andy Murray y la vieja escuela se rebelan contra su propio destino en Canadá | Deportes

Mientras que Novak Djokovic levantaba su tercera Copa de los Mosqueteros y hacía historia en Paris convirtiéndose en el jugador masculino con más Grand Slam de la historia (23), ese mismo domingo de junio, Andy Murray (36 años y 40º en el ranking ATP) también levantaba un título: el challenger de Surbiton de hierba, un torneo de quinta categoría. El contraste es impactante, más si cabe cuando, hasta no hace mucho, el escocés también se encontraba ganando Grand Slam (dos Wimbledon y un US Open) y liderando la clasificación del tenis mundial. La terrible lesión de cadera le hizo a Murray retirarse y volver a empezar desde cero, pero no fue el único que bajó al barro para volver a jugar en grandes torneos. Las lesiones también llevaron a Gael Monfils (36 años y número 276 del ranking) a luchar en challengers y a Milos Raonic (32 años y 545 de la clasificación) reservarse invitaciones de torneos para volver a codearse con los mejores. Así ha sido en Toronto, donde Murray, Monfils y Raonic se encuentran en octavos de final.

“Espero encontrar de nuevo la motivación para seguir entrenando y mejorar. La motivación juega un gran papel en ello. Perder muchas veces en primeras rondas no ayuda. No planeo parar por ahora”, confirmaba un dolido Murray cuando le preguntaban por la retirada, después de perder en segunda ronda de Wimbledon ante el griego Tsitsipas. El escocés que desde que volvió a las pistas en 2021, con una prótesis en la cadera, aceptó su nueva realidad pasando de jugar las rondas finales a tener que coger puntos y sensaciones en los mencionados challengers: “Ojalá hubiera bajado antes de categoría y ojalá hubiera jugado más en este nivel”, confirmaba Murray después de conquistar los dos challengers previos a Wimbledon.

El hecho de que grandes jugadores hayan tenido que pasar por estos torneos de menor nivel, muchas veces por las lesiones, siempre se ha visto como síntoma de decadencia y pérdida de juego. Pero nada más lejos de la realidad, en estas categorías aparecen varios Top 100 que no quieren perder ritmo y prefieren ganar confianza a lo largo de una semana que ir cediendo en cada primera ronda de torneos ATP 250 o 500. Y por estos torneos también ha pasado Gael Monfils, una de las grandes sorpresas del Másters 1000 de Canadá.

El caso del francés se debe a la lesión de tobillo producido hace justo un año. Cuando parecía estar viviendo una segunda juventud, posicionado en el puesto número 20 de la clasificación, Monfils se lesionó el tobillo perdiendose el resto de la temporada. Desde entonces, lucha contra sí mismo y las lesiones para seguir siendo aquel jugador atlético y elástico. Las victorias no le acompañan en 2023 pero en Roland Garros se permitió darse un homenaje. En su casa y ante su afición, Monfils vencía en cinco sets al argentino Báez en la primera ronda del grande parisino en un encuentro que terminó a la una de la magrugada, con el francés acalambrado y levantando un 0-4 en el último parcial. A pesar de que los años pasan, siempre da píldoras de su tenis con saltos y malabares. No cambia Monfils que, después de vencer a Tsitsipas (6-4 y 6-3) luchará esta madrugada contra el australiano Vucik para conseguir un puesto entre los ocho mejores del torneo canadiense.

Peor suerte tuvo Raonic que estuvo todo el 2022 sin jugar un partido oficial, lastrado por un talón de aquiles con cuatro microrroturas y con la idea de la retirada rondando por su cabeza. No pasó por los challengers gracias a la figura del ranking protegido, que permite a los lesionados de larga duración poder participar en torneos de su elección, debido a que no tenía ningún punto ATP. Sin perder su esencia y su gran servicio, Milos quiere alargar sus buenas sensaciones en su tierra y se enfrentará al americano Mcdonald para pasar a los cuartos de final.

No disputa este torneo Stanislas Wawrinka pero merece mención especial por ser otro de los tenistas que no acepta terminar de jugar al deporte que ama. El también campeón de tres Grand Slams (Roland Garros, Australia Open y US Open) y 49º clasificado se emocionaba tras caer en la final de Umag el pasado mes de julio y perder la oportunidad de ganar un título seis años después: “Sé que es estúpido llorar, pero amo este deporte y vosotros lo hacéis especial”. Aunque ya no posee el nivel de antaño, el suizo mantiene su saque y su potente derecha presente en el circuito.

Las lágrimas de Wawrinka, los gritos de Murray, los saltos de Monfils o los saques de Raonic, son escenas de cuatro carreras exitosas cada vez más cerca de terminar. Luchan cada punto, intentando retrasar al máximo posible el proceso natural de la vida de un tenista. La retirada aparece cada vez más próxima pero su amor y orgullo les resiste a dejar la raqueta.

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